
El tigre de Cabárceno que ha matado a dos de sus hermanos, una hembra y un macho, permanece tranquilo y aislado en un departamento del recinto que ocupan estos felinos. Es un animal enorme y de gran belleza. Los responsables del parque no han decidido todavía qué hacer con él. «Lo tendremos en observación un tiempo a ver si muestra alguna patología o trastorno psíquico que nos ayude a entender lo que ha pasado», explica el veterinario Santiago Barragán.
Aunque la intención inicial era enviarlo a un centro zoológico donde pueda estar solo, «podríamos probar alguna terapia medicamentosa con él, con un tranquilizante de larga acción», apunta el especialista. «Si viéramos que no hay solución, le buscaríamos algún acomodo en otra institución donde manejen los tigres de una manera diferente a como lo hacemos nosotros». En Cabárceno, los cuidadores están especializados en el trato con manadas. Estas agrupaciones son insólitas en la naturaleza, por tratarse de un animal solitario.
Barragán indica que lo importante es que «este tigre no se convierta ni en una víctima ni en un verdugo. Si no le encontramos un acomodo, permanecerá en el parque». Hasta que no lo duerman y comprueben el microchip, no sabrán su nombre. «Todos se parecen».
El recinto de los tigres, un bonito espacio verde de tres hectáreas con grandes rocas, lucía ayer semivacío. Sólo dos machos se dejaban ver sueltos en la parcela. Si había un tercero, debía estar oculto tras alguno de los vistosos peñascos que la erosión kárstica ha modelado en Cabárceno. Las tres hembras, incompatibles con el otro grupo porque no se han criado juntos, estaban en el cercado de las cuadras.
«Tenemos que volver a tener animales en el recinto, porque la gente nos visita para observarlos. Con sólo dos o tres, en invierno pueden verse algo. En verano, en cuanto haga calor, no se va a ver ninguno. La forma de conseguirlo es volver a reproducir tigres para conformar un grupo y poder soltarlo», afirma el veterinario. Así lograron, con tres camadas simultáneas, la impresionante manada de ocho tigres de Bengala que ha sufrido cuatro bajas en doce años. Pero el proceso es difícil y trabajoso. «Otra posibilidad es buscar por España y el resto de Europa, y averiguar si hay algún grupo de tigres conformado en alguna institución que nos lo pueda ceder. En eso estamos, a ver qué solución encontramos a este problema que se nos ha presentado».